En 2017, la Fiscalía registro 2208 previas sobre las que solo 497 acabaron en sentencia, ya fuera absolutoria o condenatoria. Es uno de las ratios más bajos de nuestro sistema judicial ¿Cómo es posible que prosperen tan pocos procedimientos? ¿Está adaptado nuestro sistema judicial para ello?
Uno de los principales obstáculos es revivificar el trauma, generar lo que es conocido como victimización secundaria. Los recuerdos nunca desaparecen de la mente del niño, pero por un normal proceso de maduración van perdiendo presencia consciente a lo largo del tiempo. Los largos tiempos judiciales hacen a veces que el menor sea sometido a un proceso continuo de recuerdo; sin dejar que pueda superar estos tormentosos recuerdos. No, el menor no es un testigo tradicional. No, no tiene que testificar y repetir hasta la saciedad lo mismo. Los juzgados cuentan con expertos y peritos para dar veracidad a los testimonios de los menores sin tener que repetirlos hasta la saciedad. La presunción de inocencia del acusado no puede concurrir sistemáticamente en la falta de credibilidad otorgada a los menores, un hecho que denunció la Comisión Europea en su momento.
Este concepto entra de lleno en lo que se conoce como credibilidad subjetiva. Un menor carece de la capacidad para inventar una historia de abusos que sea coherente en todas sus fases: por ejemplo en los síntomas de apatía o en las exteriorizaciones de un daño emocional tan grande como el del trauma que ha vivido. Es imposible. Es algo que muchas veces escapa a la capacidad de un adulto, no hablemos ya de la de un niño.
Por desgracia, por mucho esfuerzo que hagamos los profesionales, muchas veces nos encontramos en un sistema con deficiencias. En Patón & Asociados llevamos años luchando por los derechos de los más vulnerables y tratando de conseguir un cambio a mejor. Y aunque hemos conseguido avances, seguimos creyendo que nos queda todo por mejorar hasta garantizar que el menor es el sujeto principal a proteger.