La pedofilia utiliza amplias redes de contacto a lo largo de internet para ser capaz de actuar con impunidad. La policía que trata de introducirse en esos círculos localizados en lo que se conoce como la Deep Web solo tiene un límite: no poder compartir material relacionado con abusos, incluso aunque eso lleve a una detención clara; porque es un delito bajo cualquiera de sus formas. En casos de abusos a menores muchas veces son los propios padres o el entorno cercano que, al tratar de buscar una forma de localizar al culpable, pueden caer en ese mismo delito aunque sea de forma no intencional.
Por otro lado, la posesión o el descubrimiento de dicha posesión sin una comunicación es también motivo de delito; por lo que siempre debemos actuar con la máxima rapidez ante los primeros indicios de un abuso sexual a menores. Incluso aunque no se tengan pruebas directas o físicas, se puede plantear una denuncia ante la policía si creemos que una persona puede disponer de dicho material o si hemos sido testigo de su uso, aunque solo tengamos su palabra. Una denuncia falsa puede acarrear consecuencias, pero la inacción cuando se tiene la certeza cercana por miedo a no tener pruebas puede a la larga acaba siendo mucho más doloroso.
La posesión de dicho material es un delito muy grave, incluso aunque nunca se haya utilizado o visionado. Desde el entorno jurídico, social y político siempre debemos actuar con toda la dureza posible ante el peor crimen que se puede ejercer contra un menor en particular y contra toda la sociedad en general.