Actualmente, en nuestras escuelas, existe una doble manera de educar a chicos y chicas. Aceptado socialmente como lo normal. Y esta inequidad es un arma de doble filo. Por un lado, establece que las mujeres son el sexo débil, por lo que facilita que se vean como víctimas tanto por la sociedad como por sus propios maltratadores, que creen que es algo habitual. Pero también es dañina para los hombres, en concreto para los hombres maltratados.

Si socialmente se establece que el papel de víctima de maltrato solo puede ser desempeñado por una persona con unos genitales muy concretos, los femeninos; entonces a la par que las desamparamos creamos otro estigma. Y es que los hombres no pueden ser víctima de maltrato. De la misma forma que en el colegio un chico puede sentirse avergonzado porque una chica le pega o le acosa escolarmente, así igual se sentirá en la etapa adulta. Si nosotros, en nuestra vida diaria, hacemos burla, aunque sea bien intencionada, sobre lo pasivo que es un hombre con respecto a su mujer, que toma todas las decisiones; estamos culpabilizando al hombre y obligándole a asumir la vergüenza.

Cuando se producen situaciones de maltrato masculino, al final la razón que esgrimen la mayor parte de ellos para no denunciar es la vergüenza social. Mientras que en una mujer es el miedo a su maltratador o la posibilidad de quedarse desamparada, porque le obligó a dejar trabajo y amigos; en el caso del hombre es el estigma totalmente artificial que hemos creado. Y sin denuncia, no hay investigación ni condena.

Ese es el primero, o el segundo, dentro de aceptar la necesidad de hacerlo. Pero no todo acaba ahí. Queda un largo proceso por delante. En Patón y Asociados, te acompañamos durante todo ese proceso, ayudante no solo a ganar un juicio; sino también a que entiendas que es algo más habitual de lo que se piensa. Y a que reconozcas el valor, que no es nada avergonzante, de dar el primer paso para salir de esa situación.